Ser banquero en estas épocas no parece ser tarea fácil. Un mundo donde las tasas de interés son negativas implica tal vez buscar un cambio de carrera (me refiero a Europa).
Además, hoy los bancos están en el rincón de los acusados. Ante un mundo donde la concentración del ingreso se ha exacerbado y con un creciente malestar en la sociedad por los niveles de desigualdad. Y no es que el nivel de vida en general haya bajado… De hecho ha subido mucho, como se puede ver en el libro Factfulness: Ten Reasons We’re Wrong About the World and Why Things Are Better Than You Think de Hans Rosling (2018). Sin embargo, es claro que un grupo de la sociedad ha mejorado mucho más que el resto.
Los bancos y los banqueros pertenecen a dicho grupo. Ya sea porque han sido el gran “facilitador” de los procesos de concentración del ingreso y también porque muchos individuos de su “especie” se han beneficiado de dichos procesos.
Gran encrucijada para la banca
Sin embargo, creo que para felicidad de los grupos de izquierda, los bancos están en una gran encrucijada. En primer lugar son sujetos a presiones regulatorias reales que han vuelto cada vez más complejo el negocio de recibir dinero para después prestarlo. Además, dicho ejercicio tiene que ser sobre todo transparente, lo cual obviamente le quita mucho del glamur del pasado. Es decir, mucha gente sabe que realmente hacen los bancos.
Al respecto recuerdo una anécdota que un gran enólogo español tuvo a bien contarme. Marcos Euguren (mejor enólogo español en varios años y creador de marcas como “San Vicente”, “Thermantia”, “Termes”, “El Puntido”, “La Nieta”, “Amancio” entre otras), aseguraba que hace décadas los dueños de bodegas de vino eran como grandes magos o alquimistas, poseedores de fórmulas mágicas que lograban el vino. Ellos, agricultores sólo poseían el conocimiento del campo. Hoy en día los papeles se han cambiado, donde hacer vino es un procedimiento divulgado, mientras que producir en el campo la mejor uva es realmente lo que tiene valor.
Hoy todos podemos ser banqueros
Tan cierto que la banca enfrenta competencia por distintos frentes. Tal vez el más claro la potencial entrada a servicios financieros por parte de los gigantes tecnológicos. Google, Apple, Amazon, etc. Estos tienen la infraestructura tecnológica, que ha sido la barrera de entrada a los servicios financieros. La capacidad de gestionar millones de clientes, de procesar información y usarla para la toma de decisiones. Big data, es lo que siempre tuvo a la banca como un sector aparte. Hoy es muchas compañías de tecnología lo pueden hacer tal vez mejor que los bancos.
El modelo de banca de relación es probablemente el que más se verá afectado. La banca continental europea es un modelo basado en el cliente y no en el producto (tal y como es la banca americana). En principio un modelo donde el centro es el cliente y a partir de éste y el conocimiento de su condición económica, hábitos y necesidades se pueden ir desplegando productos; fortaleciendo una relación basada en la información que da dicha vinculación (es decir un entorno cerrado entre el banco y el cliente). Ahí la fortaleza de las hipotecas en Europa, ya que son éstas el pilar de dicha relación.
Este esquema es funcional en un mundo con poca información pública. Donde los bancos están dispuestos a rentabilizar un cliente en el largo plazo a cambio de dicha relación continuada. Estableciendo barreras de entrada para que otros competidores no ofrezcan productos a su cliente.
Ya ha cambiado
Hoy esto ha cambiado, existen múltiples fuentes de información (externas a las del banco) y los hábitos y costumbres de los consumidores se pueden reflejar en infinidad de transacciones (no bancarias).
Entonces, la afrenta no sólo es tecnológica, sino también es la transición de un modelo de negocio basado en el cliente (que no da de sí en este mundo) a uno de producto/servicio.
Los bancos que hoy hacen hipotecas con tasas menores al 1% anual, pensando en la “rentabilidad” del cliente en el largo plazo (tratando de venderles otros productos a lo largo del ciclo de vida), solo están frente a un espejismo.
Hacia donde cambiará la banca
En la primera “oleada” de empresas fintech hace unos 10 años (crowdfunding, pagos, etc), la respuesta fue la asociación y posterior adquisición por parte de los bancos de algunas empresas exitosas. Al final la banca tiene la “patente” para captar ahorros.
Sin embargo, en esta segunda oleada, con jugadores como Google, Amazon, Alipay, entre otros, el rol de los bancos es más frágil. Cualquiera de estas empresas puede obtener una licencia bancaria e iniciar transacciones sin necesidad de un banco tradicional.
Ante esto creo que hay dos caminos que se juegan en paralelo. Por un lado, la banca lanzando iniciativas de producto para competir en eficiencia, por ejemplo en créditos al consumo, en pagos, transferencias, etc. Con esto es factible que logren cierta competitividad. Pero la banca retail, como hoy la conocemos, probablemente tenga los días contados.
Regresar al origen
Y una segunda opción, concentrándose en mayor medida en el nicho de empresas, donde la capacidad de gestión de estos nuevos jugadores es menor. La banca debería volver al origen, regresar a un rol menos masivo (ese ya lo atenderán los Amazon de turno) y gestionar cuidadosamente su cartera empresarial y de proyectos.
Los banqueros deben reconocer que el secreto de la banca ha sido revelado. Así como el secreto de cómo hacer vino. Y ahora tienen que decidir si entran al mercado del vino de 1 euro (tratando de vender millones de botellas) o se concentran en producir un buen vino de 100 euros. Creo que la tentación por el glamour los guiará.