Las redes sociales no unen, nos separan

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“La realidad es sólo una fantasía exageradamente bien peinada”.

Atlas Descrito por el Cielo, Goran Petrovic.

Poco a poco nos vamos quedando con amigos “como nosotros”, dejamos entrar a nuestras redes a quienes comparten todos nuestros gustos, pensamientos e ideales, bloqueamos aquellos que consideramos ajenos a nuestra forma de pensar. Pensamos que tenemos debates amplios en twitter, tan amplios como permiten sus 280 caracteres. Sin embargo, además de los filtros que poco a poco vamos generando, por detrás “la matrix” está realmente creando otros cercando así nuestro entorno.

¡No quiero con esto denunciar ninguna conspiración! Es sólo que así lentamente vamos formando grupos, cada vez más homogéneos y con paso gradual adoptamos los gustos de otros, desde aspectos más banales como puede ser la moda, decoración, diseño de interiores (Pinterest es el despacho de interiorismo más grande del mundo), hasta aspectos más fundamentales de nuestra vida (más adelante comentaré sobre estos).

A través de nuestros clicks, vamos señalizando y creando un mapa de nuestra personalidad y con estas señales nos integrarnos a grupos cada vez más homogéneos. Para las plataformas (redes sociales, de servicios, market-places, etc) esto es lo más valioso ya que pueden dotar de un mayor valor a cada interacción que tenemos con ellas: patrones de compra, de viaje, lectura, percepciones sobre distintos aspectos de la vida, etc.

Imaginemos un grupo de individuos de los cuales tenemos cierta información y queremos saber su opinión sobre el cuidado del medio ambiente, especialmente la importancia del calentamiento global. Tenemos tres grupos: los que están conscientes y saben que algo hay que hacer, los que están en contra (negacionistas) y los indiferentes. De cada uno tenemos información de sus ingresos y la edad. Como puede verse en el gráfico, no es posible diferenciarlos. A prácticamente todos los niveles de ingreso existen los tres grupos (tal vez podría decirse que a mayor edad no tienes puntos rojos, pero nada claro). Es decir,la edad y los ingresos por sí mismos NO explican porque estamos a favor o en contra de medidas para combatir el calentamiento global.

Si ahora, a través de redes sociales insertamos artículos sobre el calentamiento global, así como encuestas relámpago, es muy probablemente que tengamos muchas reacciones. Usando distintos algoritmos podríamos procesar esta información, dándole peso específico a cada interacción, por ejemplo, ante un artículo tendremos un “like”, compartir, leer, etc. Cada una de estas interacciones podrán construir un mapa de nuestra preferencias, separándonos de forma más eficiente.

La forma cómo actúan las plataformas es muy distinto a como hace años se gestionaba el mercadeo, donde las encuestas buscaban perfiles sociodemográficos, recolectando cientos de datos. Hoy no necesitamos esos datos, tenemos directamente la reacción de cada individuo hacia cada aspecto, su interés o su indiferencia, todo al instante.

Este proceso es todavía más poderoso al ser bidireccional. Conforme vamos enviando señales y recibimos otras, que modifican nuestra percepción sobre las cosas. No quiero usar la palabra “influyen”, pero yo creo que lentamente van reafirmándonos y en la estrategia por distinguirnos nos estamos separando. Cada vez recibimos información que reafirma nuestras creencias, y cada vez vemos a “otros” más hacia la derecha o hacia la izquierda de nosotros, sus opiniones nos suenan cada vez más lejanas, tan distintas a las típicas opiniones que SIEMPRE recibimos. El confort de tener una familia virtual.

En el límite quedamos “aislados” en un bloque donde todos estamos cómodos, recibimos la información que nos gusta y conversamos con quienes piensan como nosotros. Para las plataformas esto es genial, ya que saben cómo interactuar generando el mayor impacto, tracción, engagement, rentabilidad. Hoy con un clik sabremos quién nos puede comprar un coche eléctrico y quién no.

El triunfo de las redes es podernos encajonar en grupos donde todos pensemos igual, suficientemente diferentes a otros para no mezclarnos y una vez totalmente segmentados mantenernos así. Dentro del grupo hay una fuerza gravitacional que nos “empuja” hacia el centro del grupo, con lo cual cada vez el grupo se vuelve más compacto. Hay líderes de opinión, redes y sub redes dentro del grupo que poco a poco nos atraen, nos convencen, bailamos su música y afuera del grupo sólo escuchamos ruido estridente. Cada vez más al centro del grupo, pero más lejos de “otros”. Ante nuestros oídos ellos se radicalizan… pero en realidad nosotros también. El grupo tendrá su propio lenguaje, lentamente definirá que es políticamente correcto y con ello cerrará las normas para pertenecer a esa familia virtual.

Cada vez los mensajes son más sencillos y directos, es más, muchas veces los 280 caracteres de twitter sobran, por ejemplo, las opiniones sobre cualquier tema económico, por más sofisticado que sea es simplificados al máximo para que pueda ser absorbido en un “like or not”. Simplificar, polarizar, inducir, cada vez más separados. Hoy estamos llenos de esta segmentación, por ejemplo la gran mayoría de los seguidores de Trump rara vez consultan fuentes de información ajenas a un puñado de medios, o bien la reciente polarización entre los seguidores de Lopez Obrador y sectores de clase media en México. Un ejercicio interesante podría ser visitar “el muro” o en general las redes sociales de unos y otros. Encontraremos que muchas veces el contenido esta tan sesgado que es imposible reconciliarlo. Las imágenes, textos, videos de ambos son referentes a distintas realidades….probablemente ambas falsas.

Por eso reafirmar mis opiniones con tan poca información es un ejercicio peligroso, cientos de scrips de 280 caracteres no necesariamente contienen información y mucho menos permiten la formación de criterio de las personas sobre un tema.

Creo que hoy toca desafiar a la “matrix”, para ello requerimos entender al “otro”, explorar los otros grupos.  Nos obliga a ir más allá, salir de nuestra familia virtual y discutir como antes, leer los libros que escriben nuestros adversarios, de donde vienen. Sólo así podremos quitarnos el velo que nuestro entorno virtual ha generado. De otra forma, seguiremos conectados pero cada vez más lejos de otros.

Parker, Van Alstyne y Choudary en Platform Revolution, afirman que la esencia y el valor de una plataforma es la capacidad de filtrar, a través de algoritmos, la información relevante para cada grupo de individuos. Cada vez esto es más sofisticado. Si comparamos el método de Yahoo (human-edited database) contra los “super algoritmos” de google nos daremos cuenta que tan poco control hoy tenemos sobre la información que recibimos.

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