No podemos pelear todas las batallas, pero en este caso ya estamos arriba del ring.
Cuando salgamos a la calle el mundo habrá cambiado. No es una frase cliché… Es real y uno de los sectores que más ha notado dicho cambio es el energético (especialmente los productores de petróleo). Con la humanidad en pausa, el consumo ha disminuido drásticamente y así los precios. La pregunta de fondo es si esto es una coyuntura o una tendencia. Un reporte de Mckinsey, Global Oil Supply & Demand Outlook to 2035, estima que derivado de un acelerado proceso de transición energética es probable que para 2035 se reduzca la demanda de petróleo hasta un 20% (de 100 millones de barriles diarios a casi 80). Además señalan la alta vulnerabilidad de sectores como el de refinación, derivado de una alta capacidad ociosa.
Para Pemex, esto es una pésima noticia, ya que el futuro de la industria no acompaña a un plan de rescate de mediano plazo para la compañía. Es imposible apostar al futuro. En otros países la estrategia del sector es rentabilizar los “viejos activos” (pozos, infraestructura, etc) e invertir las utilidades en otros sectores. Por ejemplo, los árabes invierten intensamente en energías alternativas. Claramente, no es una opción para una empresa con pérdidas.
En el primer trimestre del 2020, Pemex perdió $562 mil millones de pesos, aproximadamente 2.5% del PIB (fuente: Pemex, Resultados Preliminares, 31 Marzo 2020). Si bien es cierto que gran parte de esta pérdida contablemente se puede atribuir a temas cambiarios, excluyendo dicho efecto, aun se perdieron $93 mil millones, con ese ritmo llegaríamos a final de año con pérdidas de $380 mil millones, un 1.7% del PIB.
Con calificaciones crediticias de Fitch (BB-) y Moody’s (Ba2) por debajo de grado de inversión la financiación se vuelve muy costosa ya que sin un avala adicional esto limita a fondos institucionales para invertir, dejándola bajo el amparo del presupuesto federal. La situación está al límite, de hecho la empresa no ha podido entregar estados financieros a la SEC, muy probablemente por conflictos con sus auditores, que ante una situación tan comprometida quieran introducir salvedades y notas, que sin duda comprometen aún más a la empresa. La pregunta es ¿cómo llegamos hasta aquí?, tal vez el error esta desde el inicio, por eso es importante recordar cómo empezó nuestra fiebre del oro negro.
¡Administremos la abundancia! Cantarell, el origen de la ilusión.
¡Pemex tuvo su gloria!… Al descubrirse el yacimiento de Cantarell, que llegó a ser el segundo más grande del mundo con 2.2 millones de barriles diarios (hoy todo Pemex produce 1.7 mdb). En ese entonces el presidente José López Portillo pronunció su famosa frase de “acostumbrarnos a administrar la abundancia”. Desgraciadamente lo que no le habían informado al presidente López Portillo es que el petróleo mexicano es uno de los menos valorados a nivel mundial, ya que es un crudo pesado costoso de refinar (alto contenido de azufre), además de que habría que sacarlo del fondo del mar, donde los costos exploratorios y de perforación sextuplicaban a los continentales. En fin, en la superficie éramos ricos, pero como “el demonio esta en los detalles”, tal vez debimos haber festejado menos.
Escribe Enrique Krauze de López Portilo:
…¿Quién se atrevería a ponerle límites? Nadie, y ahora menos que nunca. No sólo era el presidente de México sino el jeque sexenal de los árabes de América, los mexicanos. Un mensaje televisivo anunciaba: “Petróleo: el oro negro para todos”. El plan de crecimiento moderado en tres bienios se tiró por la borda. Lo sustituyó un plan de crecimiento tan desbocado que la gestión de Echeverría pareció casi austera. “No aprovechar la coyuntura”, explicaría tiempo después el presidente, “hubiera sido una cobardía, una estupidez”.
En esos días NO importaba la producción de petróleo, lo relevante eran las dichosas “reservas petroleras”, contra éstas pedíamos prestado. Un país mono-exportador basaba su capacidad de pago en lo que teníamos en el subsuelo, y así encendimos la máquina impresora de reservas. Jorge Diaz Serrano el lustroso director de Pemex logró de forma milagrosa encontrar reservas por todo México, de 11 mil mdb, pasamos a 14 a 16 y a mediados de 1978 ya estábamos en 40 mil mdb. Cuando las reservas potenciales no daban para más nos inventamos el término de las probables, que las “fijamos” en 200,000 mdb (fuente: Lorenzo Meyer, Nexos agosto 1979). Esta maquinaria de exploración “al vapor” permitía sostener un endeudamiento acelerado. Sin embargo, al final el petróleo resultó ser un poco más caprichoso (costoso de extraer y de baja calidad). De cómo acabó todo esto, lo recodamos todos, no hace falta meter el dedo en esa llaga.
Pensar fuera de la caja!… pero pensar!
Cada vez surgen más voces que nos piden “pensar fuera de la caja”, que exigen probar cosas nuevas. Es un momento excepcional, donde se permite tomar medidas que bajo otro escenario parecerían radicales, es momento de discutir como sociedad que hacer con Pemex. El gobierno se encuentra enfrascado en su rol de gestor, pero hoy la discusión va más allá y concierne ya no sólo a los gerentes (gobierno), sino a los “dueños”. Pemex ha cumplido con México al ser el motor de país por más de cuarenta años, nosotros hemos sabido aprovecharlo y casi hemos logrado des-petrolizar la economía (no así del presupuesto). Es momento de pensar fuera de la caja para reconfigurar el mapa energético del País. Esto muy probablemente implique costos enormes, cerrando lo viejo y relanzando un plan de transición energética que nos acompañe otros 40 años.
Transitar del Pemex viejo a un nuevo modelo energético liquidando todas las actividades que hoy generan pérdidas y que no deben ser incluidas en una visión de futuro (pasivos laborales, ambientales, activos improductivos, etc.). Este no es un reto para un gestor, es el reto de una sociedad que esta lista para cerrar un capítulo de su historia para empezar otro nuevo.
El ejemplo español
Como un lejano ejemplo me gustaría poner el caso de la llamada “moratoria nuclear” en España. A mediados de los años 90´s, se tomó la drástica decisión de detener el programa de energía nuclear. La sociedad en su conjunto decidió que a la luz de los riesgos y costes hundidos lo mejor era buscar fuentes alternativas de energía para el futuro, dicha decisión implicaba el cierre de algunas plantas y sus respectivas indemnizaciones, para ello se emitieron títulos que fueron bursalitizados. La moratoria nuclear en España tardo 20 años en liquidarse, la pagaron los 27 millones de hogares usuarios de luz mediante una alza “temporal” en la tarifa (el total fue de alrededor de 6 mil millones de euros, que se terminaron de pagar el 2015).
No solo es gestión
Para México es fundamental abordar el tema de Pemex como un problema de la sociedad y no un problema necesariamente de gestión. Es inviable una compañía sin capacidad operativa, con enormes pasivos financieros, laborales, de mercado, etc. Habrá que separar el “Good” y el “Bad” Pemex.
Debemos construir nuestro mapa energético y relanzar una nueva empresa energética que sea gestora de los negocios viables. Esta empresa podrá asociarse con quien desee en las mejores condiciones de mercado, aprovechar el último “estirón” del mundo del petróleo y transitar hacia el mundo de gas y los renovables. Será necesario insertar a esta nueva empresa en un nuevo balance energético. El reporte de McKinsey antes citado estima que para el 2035 el 80% de los vehículos de transporte público serán eléctricos y el 50% de las ventas de vehículos comerciales.
Del “Bad Pemex” nos debemos de encargar todos, tal vez por un par de generaciones o más. Es necesario acordar como sociedad que hasta un 7% o 10% del PIB deberá ser destinado a liquidarlo. Con ello cerraremos un capítulo y nos permitiremos entrar en lo nuevo. Irremediablemente emitiremos deuda que 130 millones de mexicanos pagaremos con cada litro de gasolina. Pero no será un gasolinazo más. Si lo hacemos bien será nuestro pase de entrada a un nuevo mundo. Un esfuerzo descomunal que nos llenará de orgullo al permitirnos sentarnos en la mesa de quienes están creando un futuro distinto para los próximos treinta años.
Así como los españoles dijeron no a la energía nuclear, México podría decir no a Cantarell y cerrarlo al fin.
El Energy Transitions Comission, estima que para el 2040 habrá una caída mayor para el consumo de petróleo, hasta un 50% menos del actual. A pesar del crecimiento poblacional, el desarrollo de algunos países que demandarán un 50% más de energía. Esta provendrá de otras fuentes, en especial las alternativas y el gas natural. Fuente: The Future of Fossil Fuels, January 2017 (http://www.energy-transitions.org/)