Si salimos de esta…

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pedro valdez valderrama-despues coronavirus

Si salimos de esta, te juro que no haré un gesto de emoción…

Love of Lesbian

Como le explico a mi hijo que antes vivíamos distinto… Él recordará que durante un tiempo estuvimos todos en casa, que había un bicho afuera y que no podíamos salir. Pero claramente no recuerda como era antes.

El mundo se sumió en una terrible recesión donde unos países actuaron mejor que otros. Sin embargo, sin coordinación, la crisis duro mucho… mucho. Más de 20 naciones vieron caer a sus gobernantes, entrar nuevos y volver a caer… El mundo dejó de crecer. De pronto dejamos de comprar las miles y miles de cosas que no necesitábamos. Pero eso fue peor aún, ya que los que las hacían tampoco compraron las nuestras.

El problema fue que a partir de la pandemia las reglas cambiaron. Nos dimos cuenta de la fragilidad de nuestro entorno. Entendimos lo frugal de las cosas. Ante eso, la inversión decayó notablemente. Nunca recobramos la normalidad. Nadie podía pensar en el largo plazo, ya que no había forma de anticipar que las empresas pudiesen quebrar por algo microscópico, originado en cualquier parte de la faz de la tierra.

Lo más duro lo cargaron los más vulnerables. Primero durante la pandemia, y después con la recesión. Fueron muchos años. Lentamente, se fueron ajustando a la mala vida. En la mayoría de los países se logró “gestionar” la pauperización de los niveles de vida. Poco a poco las clases medias se volvieron pobres. Y los pobres, miserables. Fue tan generalizado que la turba no pudo juntarse. Fue el new new! Así son ahora las cosas y poco había que hacer.

Una nueva generación de jóvenes sustituyeron de forma abrumadora a sus predecesores, los llamados millennials. Estos aún más apáticos, depresivos y aislados. Muchos de ellos contagiados por años de mediocridad a su alrededor.

Después de los primeros diez años estábamos todos “acomodados” en el nuevo status. Éramos menos! La pandemia se ocupó de diezmar a los viejos y por años no nos reproducimos… Lentamente, volteamos atrás y algunos buenos académicos se encargaron de narrar lo acontecido y finalmente entendimos. Generamos un “entendimiento común”. Ya una generación de líderes había pasado y podíamos claramente fincarles factura. Se escribió finalmente La Historia Reciente del Mundo. Escribimos lo que antes no nos atrevíamos. A lo lejos, todos pudimos entender que hay un equilibrio, donde la desgracia de unos no puede ser la fortuna de otros.

Otros diez años nos tomó ganar confianza. La ralentización del mundo evito que hubiese menos pandemias. Menos viajes, menos pollos, menos cerdos, menos murciélagos…  Poco a poco, hubo más confianza. Poco a poco fuimos saliendo de nuevo.

Nos miramos y parecía que llevábamos una vida en aquel encierro del cual nunca supimos salir.

Mi hijo y su generación, con 25 años, se formaron en este nuevo humanismo, respetuosos de nuevo equilibrio. Salieron a las calles y nos sacaron de nuestro letargo… ellos no recordaban como era “antes”…Desempolvaron lo poco que servía del pasado, cruzaron el mundo y construyeron y construyeron… Usaron el sol, las mareas y el viento… Y nos volvieron a juntar, pero mejor! Esta vez nos unieron.

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