La nieve del calentamiento

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madrid nevado - pedro valdez valderrama

Al principio jugamos con la nieve… Después ya no fue tan divertido.

Madrid quedó cubierta de blanco, pronto será gris y al final volverá a ser la misma. O eso pensamos. Sin embargo, algunos dicen que no será así, que hay una cosa que se llama Corriente del Golfo, que cruza el Atlántico trayendo agua templada. El problema surge cuando se mezcla con las aguas gélidas del Ártico, que hoy se derrite y aporta mucha agua dulce a esta mezcla, incrementando la densidad y generando que el agua fría prevalezca en la superficie del mar. Este efecto traerá consigo bajadas en las temperaturas en sur de Europa.

Seremos como las ranas que al principio sentimos el agua del cazo tibia y confortable, lentamente se irá calentando hasta quedar cocinadas. Pero ninguna saltará. Ciertamente, el proceso es tan lento e imperceptible que probablemente no nos haga reaccionar como es debido.

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A nivel social será complejo, por lo que queda esperar que milagrosamente llegue un liderazgo protector que nos guíe, limitándonos y poniendo las reglas necesarias para evitar nuestra autodestrucción. Creo que no será el Acuerdo de Paris, enfocado a aspectos como los bonos de carbono o las cuotas de emisión a nivel global. Medidas que al final no creo que influyan sobre la rana. Para que la rana finalmente salte del cazo es necesario que alguien le explique que va a morir y, por más cómodos que hoy estemos, nos estamos sobrecalentando.

Pensamos que con algunos pequeños cambios podremos librar este reto. Sin embargo, o tomamos de raíz el cambio o no lo lograremos. El principal problema ha sido mantener la discusión a un nivel supranacional, como lo es el Acuerdo de Paris y no trabajar a nivel local. Por ejemplo, los bonos de carbono están orientados a los productores, cuando lo que realmente debemos cambiar son los hábitos de los consumidores. Es la misma batalla que se perdió miles de veces con las drogas, enfocando el problema con la producción y distribución y no en el consumo.

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La rana debe aprender a reconocer el peligro y saltar. Para ello la educación, el trabajo a nivel local y regional debe ser el centro del esfuerzo. Tenemos de modificar la forma de actuar de la siguiente generación “productiva”, de tal forma que en su ADN ya procese el peligro y salte.

La nueva generación de ranas, además de procesar el peligro, serán consumidores responsables, evitarán el desperdicio energético, el cuidado de la biodiversidad, etc. Espero que no lleguemos a la era de la prohibición, limitación y el racionamiento, antes que eso debemos cambiar.

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