El desastre climático narrado por un optimista

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¿Porque leer a Bill Gates? Creo que hay muchas formas de contestar esta pregunta. Podríamos argumentar que es un hombre brillante que ha revolucionado la vida de miles de millones a través del éxito de Microsoft. También podríamos justificar que sus trabajos de filantropía con la Fundación Bill and Melinda Gates es suficiente razón.

Sin embargo, yo apuntaría una razón más relevante… Creo que es uno de los hombres mejor informados del mundo. En los últimos años he seguido sus listas de lectura. Mismas que deben ser curadas estrictamente y cabe decir que en su mayoría son extraordinarias. Dos ejemplos son la biografía de Norman Burlaug por Leon Hesser, The Man Who Fed the World, libro fantástico que narra el nacimiento de la revolución verde, donde las investigaciones hechas en México nos deben dar orgullo a nivel mundial. Otro autor recomendado es Vaclav Smil, de éste destaca Making of the Modern World, que he usado como referencia en algunas de mis notas.

Por eso, cuando Bill Gates publica Como Evitar un Desastre Climático, sé de inmediato que es un texto hecho a partir de una reflexión seria y del consenso de muchos. 

Toneladas de CO2

Son 51 mil millones de toneladas de gases de efecto invernadero que lanzamos cada año a la atmósfera y el reto es llevarlas a cero cuanto antes. El libro trata de cómo hemos llegado a esos niveles a partir de dos fuerzas, el desarrollo económico de las últimas décadas y nuestros hábitos. La primera reflexión explica porque tenemos que llegar a cero y no a otro nivel intermedio. La tierra está MUY caliente y aunque paremos hoy, tardará mucho en “enfriarse”. Los efectos ya se han comentado en muchos estudios, donde lo más claro es que son acumulativos, es decir, el derretimiento de los polos afecta terriblemente (nivel del mar, corrientes, etc), pero también el permafrost contiene mucho CO2 que se liberaría exponenciando dichos efectos. En notas y reviews de libros pasados hemos tratado estos temas a mayor detalle, como puedes ver aquí.

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Un aspecto relevante del libro es puntualizar de donde surgen los 51 mil millones de toneladas y como se puede reducir cada fuente. En principio, el mayor emisor es la fabricación (principalmente de cemento, acero y plástico) con un 31% del total. Le siguen consumo de energía (electricidad) con 27%, cultivo y cría de animales con 19%, transporte con 16% y climatización de entornos con el 7%. Esto resume claramente la actividad humana y su huella de carbono. Para reducir esta huella existen “alternativas”, algunas muy costosas y otras de fácil adopción. Este costo lo ha marcado Bill Gates como “prima verde” y en el libro nos muestra algunos cambios que podemos hacer que tienen costos o primas verdes bajos o incluso negativas.

La electricidad

De las actividades humanas que más producen CO2 es la electricidad. Hoy todavía dependemos en un 40% del carbón (2/3 del total son combustibles fósiles). A pesar de que muchos países desarrollados han cambiado a energías renovables, el crecimiento del consumo de combustibles fósiles en China a más que compensado esta tendencia.  El problema de las energías verdes sigue y seguirá siendo el almacenaje. En una nota anterior, comentamos lo complejo que es compatibilizar las energías renovables logrando un balance adecuado. Bill Gates, después de un profundo análisis nos da una pista hacia donde puede ir el futuro de la generación eléctrica. En el corto plazo es posible que tengamos que volver a la energía nuclear. Esto es un poco “triste”, pero las otras alternativas (por ejemplo, el hidrógeno) están aún lejos.

El segundo generador de CO2 es la fabricación de cosas, especialmente acero y concreto. Desgraciadamente, las alternativas en este campo son pocas y las “primas verdes” son altas. El libro se concentra principalmente en estos dos productos. Sin embargo deja fuera millones de ítems que fabricamos y desechamos todos los días. En este aspecto es mucho más riguroso el análisis de Vaclav Smil (Making of a Modern Word, materials and dematerialization) mostrando el impacto de la huella de carbono de todos estos objetos, muchos de estos de corta vida e innecesarios.

La alimentación también cuenta

Nuestra alimentación genera el 19% de los 51 mil millones de toneladas de CO2. De estos es sabido que la ganadería es una de las actividades más contaminantes, los gases de vacas (eructos) y cerdos (estiércol) generan gran parte de este 19%. Bill Gates, como buen optimista considera que las “primas verdes” en esta actividad son relativamente bajas. Por un lado, existe ya una industria de sustitutos de la carne y, por otro, hay muchos espacios de mejora. Como por ejemplo reducir los desperdicios de alimentos (el 40% de la comida hoy se tira).

Por último, trata un aspecto crucial que es la deforestación. Donde son nuestros hábitos que requieren nuevas zonas de cultivo o pastoreo. El cambio de estos patrones requiere de incentivos correctos que permitan a las poblaciones conservar los bosques. Sobre la idea de plantar más árboles como medida que mitigue el cambio climático, los datos no son muy claros. Por un lado, Bill Gates pone esta medida en su correcta dimensión, se requieren 20 hectáreas de árboles para absorber las emisiones de un estadounidense promedio. Lo que implica que para cubrir las emisiones de la población de Estados Unidos se necesita la mitad del planeta.

Avances en el transporte

El 16% de las emisiones las generamos cuando nos desplazamos. En este sector es claro que existen avances importantes. Tal es el caso de los autos eléctricos. Sin embargo, la mala noticia es que es casi imposible transferir estos avances a otro tipo de vehículos más pesados como barcos (que transportan 9 décimas del comercio mundial) y aviones, por el problema de las baterías. Se tendrá que avanzar más en este campo, pero al menos las primas verdes en los automóviles están ya muy bajas. Al final también es un sector que depende mucho de nuestros hábitos, desde usar alternativas como caminar, bicicleta o adquirir un auto eléctrico.

El control de la temperatura de nuestro entorno genera el 7%. Aquí el reto es enorme, ya que al parejo que mejoran las condiciones de vida se adquieren más equipos de calefacción y aire acondicionado. Y estos también se incrementan por climas cada vez más extremos. En este sector existen muchos avances, pero los más relevantes tienen que ver con las construcciones que integran mejores soluciones para lograr ahorros energéticos.

Hábitos y costumbres

Al final es claro que el impacto en el calentamiento global tiene como base hábitos y costumbres. Bill Gates afirma que un keniano promedio produce 55 veces menos dióxido de carbono que un estadounidense promedio. Lo cual obliga a pensar los mecanismos de “compensación” que un futuro deberemos implementar. Necesarios para paliar el proceso de adaptación al cambio climático en las zonas más pobres del mundo.

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El plan para llegar a cero emisiones de Bill Gates es hasta cierto punto optimista. Escrito por un gran emprendedor siempre estará del lado de “lo posible”, pero es complejo hilar lo que se puede con lo que realmente se quiere. A nivel mundial existen muchos que juegan al corto plazo y no hay mecanismos que les obligue a cambiar.

La base del planteamiento en este libro es la innovación, tema en el que probablemente no hay nadie más calificado que Bill Gates. Este reconoce que esta innovación sin el apoyo decidido del estado no será suficiente. Es necesario apostar por investigación básica, la cual conlleva demasiados riesgos para ser absorbidos por el sector privado. Bill Gates recuerda en el libro el exitoso caso del Internet, que desde sus orígenes fue apoyado por recursos públicos del gobierno estadounidense.

Medidas propuestas

Respecto a las medidas para reducir las emisiones, propone que se establezca un precio y un mercado de carbono. El problema que el mismo plantea es como obligar a que “todos” paguen esta prima. En una nota anterior comentamos lo difícil que era esto y realmente el daño que aparentemente ha generado los bonos de carbono en el combate al cambio climático.

Una propuesta del libro que me parece importante es el fijar estándares tanto para combustibles como para productos, así como impulsar iniciativas de etiquetado.

Creo que el libro no profundiza en el elemento más poderoso para evitar el desastre, que es el cambio en los hábitos. Por ejemplo, en el caso de la energía eléctrica, para que la solar tenga mayor relevancia, es necesario “ordenar el consumo” para que se conjunten los horarios de generación y consumo. O bien los hábitos de transporte, por ejemplo, Francia ha prohibido trayectos de avión donde existan alternativas viables de tren.

Es necesario considerar que algunos países hoy se ostentan como bajos en emisiones consumen millones de productos provenientes de países en desarrollo donde no se aplican estas prácticas. El uso de un teléfono en Alemania no implica que durante su fabricación se cumplieron los estándares industriales alemanes. Gates afirma que las emisiones en el Reino Unido serían un 40% más altas, si se considera este factor.

Acciones individuales

Por último, el libro nos propone una lista de acciones que de forma individual podemos hacer. Creo que es aquí donde las propuestas quedan más débiles. Considero que uno de los aspectos más relevantes es tratar de incidir en los hábitos de la sociedad y en este aspecto un tema no tratado es la educación ambiental.

El libro es un excelente referente, pero recordar que es escrito por un “optimista”. Mi punto de vista es que la urgencia es aún mayor, que el rol de los gobiernos debe ser más fuerte y coercitivo dentro y fuera de las fronteras. Pero al final todo esto no funcionará si las nuevas generaciones no cuentan con una educación adecuada que haga viables las medidas que invariablemente se tendrán que tomar para cambiar nuestra forma de habitar la tierra.

Gracias a Bill Gates por esta lectura, pero sobre todo por seguir integrando el pensamiento de las mentes más brillantes y gracias también por contribuir en la difusión del reto más importante de la humanidad.

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